lunes, 18 de enero de 2010




«
Tout être vit dans l'incomplétude. Et c'est seulement l'amour qui lui permet de se réaliser pleinement.»
ERIC ROHMER (21 Marzo 1920-11 Enero 2010)

sábado, 9 de enero de 2010

¿Por qué no llegarías a saber que me aparezco?

André Breton

viernes, 8 de enero de 2010

ÚLTIMO POEMA DE AMOR A NORA VITEZ

Es cruel recordarte esto: cuántos quilómetros y qué
poco tiempo cuesta volver a casa, Nora Vitez. Una vez
dentro del tren todo es confortable y rápido, nada
se está quieto o puede ser recordado. El problema es
la estación. Rezo por que, cuando me vaya,
no vayas
a decirme aurevoir a la estación, Nora Vitez. Eres
tan triste. Y me has dicho varias veces que
me amas –expresión que me da vergüenza oír
y ni te digo decir. Jamás diría algo así. Bien es verdad
que yo no siento nada tan fuerte. Bien es verdad que
en francés no hay otra forma de decir te quiero, te
quiero así, más rápido, te quiero que puede significar
como amante pero también como amigo, como hermano,
como mascota, niñera adolescente, y que no suena tan
ridículo como te amo. Je te veux sería la fórmula
más cercana a un tequiero, pero en francés está más
relacionado con el deseo que con la calma de
estar junto a alguien. Je te veux y no puedo
conseguirte, je t´aime aquí, las manos en el hombro. Tú
me has dicho je t´aime varias veces, Nora Vitez, y
es una expresión que no soporto ni una sola. Al principio
era muy raro, pero poco a poco los teamos
han ido aumentando con una velocidad que, de
continuar estable, darán como resultado miles de teamos
de aquí a mi partida. Sobre todo el último día. Eso puede
ser un infierno. Rezo porque no podamos despedirnos,
que algo pase y no puedas venir a despedirme
a la estación, Nora Vitez, que un familiar se ponga
enfermo, haya un accidente mortal en la calle
que te lleva a la estación o Sarcozy declare la guerra
a España, no lo sé, algo que nos deje lejos el uno
del otro. Una vez en el tren todo estará bien, pero los dos
en la estación. Puede ser un infierno. Los trenes se retrasan
y los que han venido a despedirse dan golpes en
la ventanilla y dicen cosas que desde dentro no oímos y
si están llorando parecen cosas importantes. Frases
lapidarias: se te ha olvidado el carné de identidad, las
llaves, un caza francés ha destruido tu casa y
no puedes volver, es
la guerra. Es la guerra, parecen decir. Es
desesperante, Nora Vitez, me saca de mis casillas.
Y tú vas a llorar, vas a dar golpecitos y a patalear como
una loca suplicando que me quede, que no vuelva
a casa. No lo digo por presunción, no me alegra que sufras por mí,
Nora Vitez, pero así eres tú y no vas a cambiar aunque me
vaya. Como mucho dejarás de amarme: primero sólo me
querrás (je te veux y no puedo conseguirte) y luego
dejarás de amarme. Pero eso, creo, lleva su tiempo, no es
instantáneo, no vale decir je ne t´aime plus
para dejar de amar. Sería fácil, y dicen que
amar no es fácil. Amar como tú dices que me amas
debe de ser difícil, Nora Vitez, sabiendo desde el primer día que
me iría en un tren muy pronto, que quizás no me daría tiempo a
decirte siquiera un tequiero de amigo, de hermano, de
niñera adolescente. Debe de ser difícil, sí, dejarse caer como
tú te has dejado en el je t´aime. Y, para colmo, si vienes a
la estación no sólo lo repetirás: Visente (los franceses no
sabéis pronunciar la cé) je t´aime, sino que probablemente
preguntarás et toi. Eso es lo peor. Et
toi. Y yo me quedaré sonriendo un rato y al rato
te daré un beso como si así fueras a pasar por alto que no he
respondido a tu pregunta. Aurevoir, Nora Vitez, te diré y subiré
al tren y no dirás je ne t´aime plus ahora que no puedo oírte porque
no valdría de nada, sería demasiado fácil. Sonará
el silbato y todavía no se irá el tren, se
retrasará, hará un amago y se parará
otra vez para que el conductor pida vía y entonces tú
te desesperarás y llorarás como una loca y darás golpecitos y
dirás frases lapidarias que no sabré, es la guerra, es
la guerra, y entonces sí el tren saldrá disparado
y me llevará de vuelta a velocidad de vértigo. Cuántos
quilómetros y antes de darme cuenta habré llegado
a casa. Pero es mentira, Nora Vitez, no es tan fácil. Todo
lleva su tiempo.

martes, 22 de diciembre de 2009

DOS POEMAS DE AMOR



à Nora Vitez, qui me fait chier.



1.

Yo
te arrancaría la piel de los labios para que sólo pudieras sonreír.
Te tiraría del pelo con fuerza y, cuando abrieras la boca para
gritar, metería
mi mano y extendería los dedos y así sonreirías aunque
no quisieras.


2.

Si así pudiera hacerte un poco más feliz
mataría a todas las focas bebé: con un
palo de hierro golpearía sus cabezas (no
demasiado fuerte para no dejar marcas
en la piel), las desnucaría despacito y
despellejaría para una gran empresa de
moda si así pudiera hacerte un poquito
más feliz, y luego arrancaría los todavía
infértiles sexos para hacer talismanes o
narcóticos o ensalmos o lo que sea que
hagan con los sexos de foca bebé. Y, si
así pudiera hacerte más feliz, dejaría el
resto de foca, ya fárrago de músculos y
saines y sangre, fundirse con el hielo.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Ese cambio, así pues, obliga a que nada siga como hasta entonces, y más aún si, como suele ocurrir, el cambio se ha visto precedido y anunciado por un esfuerzo común, cuya principal manifestación visible es la artificiosa preparación de una casa común, una casa que no existía para uno ni para otro, sino que debe ser inaugurada por los dos, artificiosamente. En esa misma costumbre o práctica, muy extendida por lo que yo sé, está la prueba de que en realidad, al contraerse, los dos contrayentes están exigiéndose una mutua abolición o aniquilamiento, la abolición de aquel que cada uno era y del que cada uno se enamoró o quizá vio las ventajas, ya que no siempre hay un enamoramiento previo, a veces lo hay posterior y a veces no se da ni después ni antes. No puede darse. El aniquilamiento de cada uno, de aquel que se conoció y al que se trató y se quiso, lleva aparejada la desaparición de sus respectivas casas o en ella queda simbolizado. De tal manera que dos personas que tenían la costumbre de ser cada una por su cuenta y estar en un lugar cada una, y despertarse a solas y a menudo también acostarse a solas, se encuentran de pronto artificialmente unidas en su sueño y en su despertar, y en sus pasos por las calles semivacías en dirección única o subiendo juntos el ascensor, no ya uno de visita y el otro como anfitrión, no ya uno para ir a recoger al otro o éste bajando para ir al encuentro de aquél, que la espera en el coche o a bordo de un taxi, sino ambos sin elección, con unas habitaciones y un ascensor y un portal que no pertenecían a ninguno y ahora son de los dos, con una almohada común por que se verán obligados a pelear en sueños y desde la cual, al igual que el enfermo, acabarán también viendo el mundo.


CORAZÓN TAN BLANCO

viernes, 20 de noviembre de 2009

Uno de Diego Vaya

La noche era un temblor una respiración de ciervo malherido

Esperaste en las aguas Siempre fueron las fuentes un canto subjuntivo para el alma la dicha de sentirnos reflejados en la profundidad limpia del cielo la luz que en una gota permanece como permanecemos unidos y desnudos en la noche en la furtiva floración de un sueño

Esperaste en las aguas La sed entonces tuvo rostro

martes, 17 de noviembre de 2009