sábado, 14 de noviembre de 2009

Recordaremos siempre la noche sin esperanza. Cómo la esperanza,
la luna llena se la había tragado de esta tierra. Cómo el
viento arrastraba arena sobre los campos, rompía las espigas,
hacía círculos alrededor del aquelarre. Las brujas bebían
sangre. Todas las imágenes alimentaban el miedo como la
sangre por las acequias alimentaba a los seres y las últimas
hojas de los sauces flotaban llenas de rojo. Una virgen de
rojo era devorada por los lobos a ritmo de un jazz lentísimo
que jodía los tímpanos. Hordas de zombis sitiaban la aldea,
se disputaban la carne de los perros sedientos, se bebían la poca
gasolina de los coches. Los campesinos esperaban con antorchas
y azadones en las manos, temblando. Las mujeres y los niños
se habían refugiado bajo tierra. Desde el viejo, viejo molino,
el loco gritaba profecías.

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