"Por favor, por favor, ven conmigo"
Siempre resulta complicado distinguir la calidad del engaño dentro de ese cine silente que una y otra vez nos venden como nuevo y sin embargo es viejísimo y se formula desde las raíces mismas del audiovisual. Espacios de rabia contenida como los de Van Sant, Lisandro Alonso y tantos otros que se suman a la idea del viaje silencioso y sin destino, de la búsqueda. Ni sé ni me importa hasta que punto el ejercicio de mi tocayo Gallo se inscribe en la lógica del exhibicionismo, pero está claro que sí se inscribe en un espacio de pausa que tiene que resultar familiar a cualquiera. Colocarlo en un formato de road movie era aquí, imagino, inevitable. Tenemos a un protagonista que conduce con monotonía y rabia una furgoneta que a su vez transporta una moto que –como vemos en varias escenas de la película- mima y cuida y, suponemos, se divierte conduciendo. El viaje de destino imposible de un hombre que, paradójicamente, dedica su disfrute a viajar, de la misma forma que, huyendo del amor, trata de encontrar otras mujeres y no puede.
Es un personaje perdido en una pausa, un lugar en que flotan las claves de un pasado dramático. Entre planos de una belleza asombrosa, invitar a comer a una puta, chequear la moto, llamar a la puerta de un muerto: todas son acciones válidas en un tiempo que no avanza, que se ha quedado estancado en los recuerdos. Es aquí que es más difícil distinguir la calidad del engaño, digo, y The brown bunny contiene pocas cesiones a cualquier tipo de espectador a convencer. Es fácil de odiar quizás porque Gallo está en deuda con su personaje y consigo mismo. Como en los viajes circulares de Van Sant, el trance se consigue aceptando la parálisis como un estado de aportes diferenciales que, en la suma, consigue escenas de enorme fuerza si uno está dispuesto a no bajar la guardia. Esos desiertos que se convierten en mares (tal vez la ineludible referencia a Gerry (Van Sant, 2002)), esas mujeres que nos rozan y nos abandonan como en estado de inconsciencia. Si a algo me recuerda este viaje es a esa otra enorme película de Guerín: En la ciudad de Sylvia (2007), en que la búsqueda de la mujer perfecta no era sino la búsqueda de uno mismo como un fantasma extraviado, convirtiendo la rabia en afonía, confundiendo recuerdos, follando con la muerte.
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y ya que estamos recomendando discos, pegale una escuchada a In case we die de Architecture in Helsinki, XX de XX y Signal morning de Circulatory System. Quizá sean un poco suaves para vos que sos todo un duro, pero para que vayas afinando el oido. No todo es entrar a la cocina y empezar a revolear cacerolas.
ResponderEliminarche y de dónde me bajo películas como esta y que no sea usando el ares o el emule?
Un gran film que desgraciadamente n ha tenido continuidad, Me parece Gallo incluso más audaz y original que Van Sant y es una lástima que haya dejado su carrera como relaizador un poco de lado.
ResponderEliminarah, el winterbottom norteamericano que también muestra pijas in action. no lo vi. en ares no está.
ResponderEliminarhay que ver qué bien hablas, pente. Confirmado, en ares no está. De donde sacas estas cosas??
ResponderEliminarestá en ares, vengo de verlo. meted vincent gallo brown. por supuesto, es que intentais buscar una obra maestra sin escribir mi nombre. vincent gallo brown, y aparece vit fait.
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